10 de noviembre de 2006

TRAGEDIA, FARSA


“La descripción cuyo carácter nos ocupa no considera como
soporte de su recorrido una tela convertida en texto sino la
realidad convertida en “tela”…La noción de “tela” realiza la
función de pantalla receptora como de rejilla que reticula la
disposición espacial representada.”

18 Brumario/Justo Mellado/Santiago 1983




Jorge Cerezo a 24 años de este texto de Justo Mellado que reflexiona sobre la inversión y la representación en política y en arte, intenta sin conocerlo contarnos a su manera otra historia de tragedia y farsa en el Chile de hoy que igualmente es una historia de “tela” y de la historia como “tela”.

Se trata del cierre de la fábrica textil más grande de Chile y del despido masivo de sus “moradores” y de la pronta inauguración de la cárcel TOP de “la nueva justicia”chilena. La una frente a la otra, separadas ambas por una calle llamada Club Hípico. Un lienzo las une que yace por el suelo a merced de los automovilistas. No hay consignas en esta acción de arte en el espacio público, solo las huellas de los neumáticos sucios, de las pisadas de los pasantes. En cada extremo de la tela Cerezo escribió al rojo frío del neón: Tragedia en la fábrica cerrada y Farsa en la Cárcel que se abrirá. Es un discurso frívolo. Tiene la estética de las vitrinas seductoras pero igualmente de lugar común de una modernidad desvencijada.
El neón parece funcionar como distancia, como producción cinematográfica que se vuelve otra clave que nos advierte de la relación entre cita y parodia.

Las Imágenes tampoco están en la tela. Es la ciudad y sus habitantes convertidos en escenario y actores. Todos somos aquí parte de la instalación, de la disposición misma de sus elementos.
Cerezo no lleva acabo su intervención como un performista sino como un director de escena. Él estudia previamente el lugar donde ejecutará la disposición de los objetos, las luces, los textos en neón, el rol de los técnicos, los testigos, el público y los pasantes de la calle Club Hípico. Es un día cualquiera al fin de la tarde, tan banal, como ir o salir del trabajo, de la escuela, tan banal como cerrar una fabrica, tan banal como abrir una cárcel.

Una acción de arte en el espacio público es una acción política por excelencia. Es una acción silenciosa acompañada por las bocinas, los chirridos de frenos y neumáticos y ese ronroneo constante de los motores que tejen ahora la historia de la periferia de Santiago.
Es el afuera de una fábrica que ya no tiene adentro y el afuera de una cárcel que construye su adentro.
También se han borrado los límites del centro periferia, de los buenos y malos, del representante y el representado, de lo público y privado, pues ya todos somos artistas, todos somos políticos, y todos somos farándula, todos que quiere decir ninguno.
Desde el horizonte llegan las nuevas fuerzas que nos permitirán reconstruir al “ciudadano”, recobrar el ungüento que une y sana la comunidad. Esta energía se llama: el miedo, el terror, cuyos agentes son nuestros vecinos y sus nuevos templos se construyen aquí mismo, en nuestros televisores.
Esto convierte a esta intervención en el acontecimiento de mayor peso político en los últimos tiempos solo comparable con la intervención sobre el Río Mapocho de Mosalve y Villaroel “Lienzos blancos sobre el río” Esta última se remitía al pasado histórico y Cerezo trabaja la contingencia económica social.

De tiempo en tiempo se anuncia la muerte del arte. Primero se declara que la experiencia estética nos abre al conocimiento del mundo pero como lo hace desde lo sensible es un conocimiento imperfecto y de lejos inferior al conocimiento de la Verdad Absoluta. Por esto la obra de arte debe llevar en ella su propia muerte para permitir que el conocimiento que ella impulsa pueda alcanzar los dominios superiores de la ciencia o lo que es lo mismo de la filosofía.
Frente a una Razón que ya solo tiene la sin Razón para exigir la necesaria muerte de las personas y frente a una política cambiante y arbitraria que el ciudadano dejó de habitar, la acción de arte se encuentra liberada del imperativo del “suicidio”…pero igualmente de la mimesis puesto que el propio “real” se ha vuelto la “tela” donde la historia se… desvanece.
Esta forma de real así dispuesto hace del referente una mediación.
El “real” de Cerezo es una cita de la inversión de Mellado que ya era una cita de la inversión óptica del dispositivo fotográfico para leer la cita de un texto sobre la repetición en la Historia que a su vez hunde sus raíces en el origen de la filosofía.

Sin embargo estas formas de “real” efímero solo pueden aspirar a guardar un lugar en la memoria de nosotros los “pasantes” en la medida que surge el deseo ingenuo de archivo. Un deseo de registro que no tome en cuenta el peso ideológico que ese medio le pueda dar a la mirada que se actualiza en la ficción- pasado presente- en la Tragedia como Farsa.

Esta es justamente su estrategia para darle un peso al “real” pues Cerezo, sabe que a él solo llegamos en tanto acontecer mediatizado.
Es el registro quien le dará al real su estatuto de real y es este mismo acto que le permite expandirse como obra audiovisual.
Cierto es el documento de la producción de la acción de arte, pero sobre todo es igualmente su video por el cual su efímera existencia se actualiza como obra.
El Archivo se vuelve la única mirada, la única forma de permanecer en la memoria y jugar plenamente el juego de la experiencia estética como conocimiento superior, a la vez como exploración y como revelación de algo que se podría volver a llamar “Verdad”.
El archivo se descubre asimismo como depositario no sólo del saber sino que entrega el sentido de la Farsa y la Tragedia con el cual el poder teje sus intrigas. Él es el descubridor de la nueva o de las nuevas ficciones que Cerezo denuncia.

Jaime Muñoz Cuevas
Santiago
Septiembre 2006